jueves, 25 de octubre de 2018

UN PULSO AL FRACASO

Volvía a escribir Alba aquella noche...


EL TIEMPO, PARA NADA YA

Un reloj que detuvo el tiempo.

Algo así, mas puro hastío perdido.


Ya no era tiempo, era voz, era sentencia.


Por saber corazón quién eras, que eras corazón,


Por saberlo, te quedaste sin él.


Olvidando que un vez más, ilusión pura de ti, y tú,


buscabas esa misma vez más la voz incipiente de aquel momento perdido.


Buscabas, quizá, la codicia de un recuerdo, el mejor de todos.


Te buscabas a ti, a ti entonces, al deshecho de aquella historia


que ya no eres...


Caminante de los mundos pequeños, deja sin remedio el acontecimiento pasado,


ahora en reverso taciturno.


Y vuelve, y no vuelvas jamás, a susurrar en tu oído las mismas palabras


que la conciencia no calla


Y no vuelvas, sin embargo, vuelve, arrójate a cualquier mismo pozo,


que tú ya has tocado fondo...


Entonces, abre los ojos que nadie va a abrirlos por ti,


aunque sí te los puedan abrir.


Entérate de que si los cierras la vida pasa, los años pasan  


y la esencia, la tuya, se pierde. 





Este retracto de lo que somos y no somos alude al vídeo seleccionado, un pulso a un fracaso anunciado. Un fracaso del que puedes levantarte siempre, una vez que te caes solo queda ponerse en pie, una vez que se ha tocado fondo,  solo se puede subir.



Desde esta perspectiva, quiero intentar conectar contigo, sobre todo, entenderte. 

Verte a ti, al del pantalón caído, a la de las expresiones grotescas, al impuntual, al que se ha cansado de estudiar, verte a través de mis ojos, claro. Siempre la mirada. Y darte la mano, no soy nadie precisamente, pero soy alguien que te da la mano en un momento y me encantaría que la cogieras y avanzaras. 

Quiero manifestar mi perspectiva contigo, quiero hacerte capaz porque lo eres, aunque aun no lo sepas. Quiero enseñarte el mundo desde la orilla y cruzar el Atlántico si es que te lo propones, porque puedes. No porque lo diga yo, no porque esté escrito, sino porque no lo sabes, pero yo sí. 










Bueno, creo que queda en evidencia mi artículo en este escrito:

91.1.c) La tutoría de los alumnos, la dirección y la orientación de su aprendizaje y el apoyo en su proceso educativo, en colaboración con las familias.


Y concluyendo con la tónica del apartado, por si no se ha entendido. En un primer momento se expresa un poema dedicado a una persona que ya no se siente realizada en un momento de su vida, ha perdido el interés y lo único que visualiza es el fracaso.
Pero la segunda parte, defiende esa capacidad de asumir una caída y avanzar con más fuerza que nunca. Recoge un éxtasis motivacional en los últimos versos.

Y simplemente, me ha parecido una buena manera de reflexionar sobre este tema. Luego se añade una voz de un supuesto profesor para enlazar los versos del poema y dirigirlos a un alumno, extrapolar las letras a un aula. 


Y finalmente, comprometerse a redirigir las ganas de ese alumno poco motivado. Te da la mano, hace que te valores, te recuerda tus capacidades, se implica y no le importa volcarse en ti si lo solicitas. Porque eso se pretende, o se debería pretender; atender las necesidades de un alumno. Enfocar sus errores y rectificarlos, hacia el camino que elija, pero recordándole que puede hacerlo.

Este sería el símil que encuentro con los educadores del centro Tomillo, reconociendo su efuerzo incansable y sus ganas de motivar a sus chicos. 




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